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2014
Vuelta al hospital
Paco Bautista SMA




 

 

 

 

Ayer una inmensa alegría, no tiene mayor secreto, ya me conocéis: retomé las visitas al hospital junto a Yves Bernard. Estuvimos en dos pabellones: famélicos, desnutridos extremos… y en el de quemados. Os podéis imaginar la dureza y el externo dolor de los pacientes. ¡Pero con qué alegría nos recibían todos...! Estrechar sus manos, tanto de ancianos como de niños a los que podías contarle los huesos... es una experiencia de amor que no me cabe en estas líneas: gozo, misericordia, humanidad, compasión... son meras palabras que no explican todo lo que sentía mi corazón. El misterio del amor siempre nos sobrepasa.    

El pabellón de los quemados también lo podéis imaginar. Encontramos a un hombre joven, casado, con hijos, con la espalda y lo pies muy afectados consecuencia de un accidente de coche. Llevaba casi tres meses en cama. Estaba mejor y parece que va a salir adelante. Pero nos llamó la atención su entereza. Charlamos con él un buen rato. Estaba muy molesto pues su espalda. Lógicamente no podía ni tan siquiera rozar las sábanas del lecho. Cuando nos despedíamos de él Yves le dijo:

- Has de poner tu confianza en tres cosas: en Dios, en lo que los médicos te digan, y en tus propias fuerzas. Seguro que sales adelante. Estamos contigo.

 Él contesto:

- Dios me ha sostenido desde que salí del coche ardiendo y me sigue sosteniendo. ¡Si no fuera por Él no estaría vivo! Me ha dado el ánimo necesario para luchar, para vencer la desesperación. Después está mi mujer y mis hijos. Necesitan un padre y no les voy a fallar- hizo silencio, se emocionó y nos emocionó-. Continuó,-  en tercer lugar ahora sé que voy a vivir porque voy mucho mejor. Incluso puedo caminar apoyándome en mi esposa, cosa impensable hace unas semanas. Soy paciente, tenaz y tengo confianza en mis propias fuerzas. Gracias.

Fijaos qué diálogo, qué fe, qué sencillez, qué enorme lección volví a recibir ayer de los que más sufren, de los predilectos de Dios, sean o no cristianos. El joven era musulmán.

Cuando dejamos el hospital Yves me preguntó por mis salud, pues sabe que tengo problemas de alergia, y más particularmente en este periodo con tanto polvo por todas partes y sobre todo en el aire.

- ¿Vendrás el próximo martes? Si estás cansado  no lo hagas.

Lo tomé de la mano. La apreté con fuerza y le contesté:

- Por muy enfermo que esté me tendrás aquí en la puerta esperándote.

Y nos dijimos adiós con el mismo afecto de siempre.
  
Toda la gente en el hospital piensa ya que él es mi padre y yo soy su hijo. Y si os soy sincero, en buena parte tienen razón, ¿por qué no? No hacemos mala pareja. Dios nos acompaña y nosotros nos dejamos acompañar por Él.

Un abrazo siempre fraterno.

Desde Niamey 8-1-2014.
Paco Bautista , sma.